Tras el tsunami, Sri Lanka llevó a cabo una campaña masiva de plantación de manglares. Sin embargo, al comprobar que sólo sobrevivía el 3% de los plantones, el país cambió de táctica: pasó de plantar manglares a cultivarlos.
Al crear las condiciones adecuadas para que los manglares prosperaran, las plantas empezaron a regenerarse de forma natural.
«Los manglares son uno de los ecosistemas más productivos del planeta. El compromiso inquebrantable de Sri Lanka con su restauración es uno de los mejores negocios posibles que se pueden hacer con la naturaleza. El incesante trabajo del país para perfeccionar la plantación de manglares demuestra que la restauración debe ser una inversión a largo plazo. La experiencia de Sri Lanka es una en la que muchas otras naciones harían bien en inspirarse».
Inger Andersen, Directora Ejecutiva del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente
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